jueves, 8 de septiembre de 2011

"Lengua de Señas para Bebes"



"Teoría del procesamiento de la información"

Sobre la nueva Psicología Cognitiva: dos culturas científicas distintas

La psicología cognitiva tenía una larga y fructífera tradición, especialmente en Europa, donde la respuesta al fracaso del asociacionismo fue estructuralista fue bien diferente del otro lado del océano: mientras que los nortemericanos desarrollaban una nueva forma de asociacionismo, los europeos continuaban basándose en los supuestos constructivistas. De esta forma, nos encontramos ante dos formas diferentes de entender la psicología cognitiva, con lenguajes tan distintos que incluso que hace difícil el diálogo entre ambas tradiciones.


El núcleo central del procesamiento de información

Lo más amplio que se puede decir respecto a la Psicología Cognitiva es que refiere la explicación de la conducta a entidades mentales, estados, procesos y disposiciones de naturaleza mental para lo cual reclama un nivel de discurso propio.

Específicamente, si nos centramos en la teoría del procesamiento de la información, para autores como Lachman y Butterfield, el procesamiento de información considera que unas pocas operaciones simbólicas, relativamente básicas, tales como codificar, comparar, localizar, almacenar, pueden, en último extremo, dar cuenta de la inteligencia humana y la capacidad para crear conocimiento, innovaciones y tal vez expectativas respecto al futuro.

La concepción del humano como un procesador de información se basa en la analogía entre la mente humana y el funcionamiento de una computadora. En otras palabras, se adoptan los programas informáticos como metáfora del funcionamiento cognitivo humano.

Existen pues dos versiones de esta metáfora:

1. Versión fuerte: admite una equivalencia funcional de ambos sistemas.

2. Versión débil: se limita a aceptar el vocabulario de la informática sin llega a aceptar una equivalencia.

Informíveros:

En la opinión de Pozo, solo la versión fuerte constituye un programa consistente y contrastable. Según esta idea, el hombre y la computadora son sistemas de procesamiento de propósitos generales, funcionalmente equivalente que intercambian información con su entorno mediante la manipulación de símbolos. Esto significa que ambos son sistemas cognitivos cuyo alimento es la información y en este sentido la información tiene un significado bien matemático muy preciso de reducción de la incertidumbre.

Mientras que el conductismo se centraba esencialmente en el estudio del aprendizaje, mediante teorías basadas en el análisis de estímulos y sus respuestas, el procesamiento del a información, en la medida que se ocupa del estudio de las representaciones, ha generado ante todo teorías de la memoria. La propia metáfora cibernética conduce necesariamente a considerar la memoria como la estructura básica del sistema de procesamiento. Así mismo, en lugar de posiciones ambientalistas, el procesamiento de información defenderá la interacción de las variables del sujeto y las variables de la tarea o situación ambiental a la que se ha enfrentado el sujeto. Y finalmente, es obvio que el sujeto del conductismo es claramente pasivo lo cual contrasta con el sujeto "informívero" como procesador activo de la información.

"El lenguaje, Lectura y Escritura"

El lenguaje constituye la característica humana por excelencia. Todos los días utilizamos diferentes facetas del lenguaje: escrito (lectura y escritura) y oral (comprensión y expresión).
Se ha escrito muchísimo sobre el lenguaje. Aquí nos limitaremos, principalmente, a la descripción de los procesos implicados en la actividad de la lectura.
La lectura
La lectura es una actividad mental compleja que implica distintos tipos de análisis, más o menos automático, de las palabras :
El análisis visual permite decir a qué letra o a qué palabra corresponde una forma leída.
El análisis ortográfico conduce a la localización de posibles faltas.
El análisis sintáctico permite determinar si una frase dada tiene una estructura gramatical correcta.
El análisis fonológico leva al reconocimiento sonoro de una palabra, ya que incluso en la lectura silenciosa se accede a la forma de pronunciar una palabra.
El análisis semántico extrae el sentido de las palabras y desemboca en la comprensión global de la frase.
Fenómenos constatados en la lectura:
La lectura de una palabra es más o menos fácil según la frecuencia de aparición (ocurrencia) en una lengua dada. Cuanto más frecuente es la palabra, más rápidamente será identificado. De ahí podría deducirse que la facilidad con la encontramos una palabra almacenada en nuestra memoria está directamente relacionada con su frecuencia de aparición en la lengua.
Asimismo, la coherencia de una palabra respecto del contexto de la frase facilita la lectura. Cuando leemos el comienzo de una frase, esperamos leer a continuación una palabra acorde con el sentido de la frase. Si empezamos a leer "Es rojo como un...", esperaremos que la palabra que siga sea tomate más que la palabra fresón o cualquier otra palabra.
La facilidad para leer una palabra depende también de criterios físicos. Estamos habituados a leer palabras con una determinada forma física y si esta forma no es respetada, la lectura se ralentiza. Así, si se nos presenta una palabra escrita en alternancia minúscula/mayúscula, como "EscOLlo", esto perturbará la lectura de la palabra.
La comprensión del texto:
La lectura clásica de un texto se realiza en etapas sucesivas, frase por frase, párrafo a párrafo.
Para construir la coherencia de un texto, nuestra memoria temporal guarda las informaciones a medida que vamos leyendo. Eso nos permite la comprensión en la etapa ulterior, es decir, la frase o el párrafo siguiente.
Nuestra memoria no puede conservar las frases tal y como aparecen en un texto. De hecho, solo las informaciones más pertinentes para la comprensión y el sentido del texto (las palabras clave y las ideas principales) son retenidas durante más tiempo y podrán ser utilizadas más adelante para hacer un resumen.
Las informaciones no pertinentes, redundantes o contradictorias son eliminadas de nuestra memoria para evitar sobrecargarla, con el fin de extraer y quedarse con el sentido general del texto. En otras palabras, cuando leemos un texto, analizamos las palabras que vemos y reparamos en las palabras clave que nos ayudarán a memorizar las ideas principales. Las palabras son organizadas automáticamente a fin de formar un conjunto lo más coherente posible. Y es entonces cuando se extrae su sentido global y se asocia a un tema central.
Los conocimientos del lector contribuyen también en la comprensión conocimientos del lector contribuyen también en la comprensión « Al muchacho que se paseaba por el bosque se lo comió un elefante » y no sabe aún que los elefantes no son carnívoros, no percibirá la incongruencia de la frase.
Paralelamente, cuando un enunciado no es coherente, se lleva a cabo una tarea de deducción, gracias a nuestros conocimientos generales. Por ello, si leemos frases aparentemente sin relación entre sí, como, por ejemplo, « Han robado en el apartamento. Pablo ya no tiene dinero », se establece enseguida una deducción posible: « Todo el dinero de Pablo estaba en el apartamento ». Esta deducción permite hallar una coherencia en el enunciado.
La escritura
Tomemos como ejemplo la redacción de una carta: utilizamos las reglas gramaticales, pero también estamos atentos a la ortografía y uscamos sinónimos para evitar las repeticiones.

La comprensión y la expresión oral

Cuando conversamos o cuando contamos algo, creamos frases eligiendo las palabras de nuestro corpus que consideramos más apropiadas para los interlocutores y las circunstancias. Después, organizamos estas palabras entre sí respetando las reglas gramaticales de la lengua que utilizamos.
Dicho de otra manera, cuando leemos un texto, analizamos las palabras que vemos y reparamos en las palabras clave que nos ayudarán a memorizar las ideas principales. Las palabras se organizan automáticamente para formar un conjunto lo más coherente posible. Entonces ya podemos extraer su sentido global y asociarlo a un tema central.