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Calidad de la Educación Chilena


Hay muchas soluciones y diferentes maneras de enfrentarlas, sin embargo, el hilo conductor de todas estas medidas debe estar orientado por el sentido de responsabilidad pública y social.

En el curso de las últimas semanas, han trascendido diversas informaciones coyunturales relacionadas con el nivel de la educación chilena. En primer lugar, está el tema de la mala calidad profesional de los docentes iniciales, quienes -en su mayoría- salieron mal evaluados por la prueba Inicia. También, un test internacional reveló que los aspirantes a Pedagogía en Chile ocupan el último lugar a nivel regional. En tercer lugar, se rechazó la nueva ley de Calidad de Educación (LGE), por la cual tanto lucharon los estudiantes y el anterior gobierno. Esto podría ser una radiografía simple de la educación chilena que se nos viene: mala calidad de los docentes, quienes fueron a sus vez mal enseñados por sus profesores -tanto escolares como universitarios- y además trabajarán en un marco legal voluble, impreciso y cada vez menos equitativo.
Vemos cómo toda la discusión de política educacional ha obviado referirse a lo que debiese ser el inicio de cualquier análisis. Desde la Constitución de 1980, el Estado se desligó de toda responsabilidad en cuanto a la educación como bien público. Esto ha traído como consecuencia -entre otros aspectos- los sucesos ya mencionados y además, una falta de credibilidad en la educación como herramienta fundamental para un desarrollo sustentable. Lo último no deja de tener sentido a la hora de analizar cómo se ha venido regulando el tema educacional durante las últimas décadas. El mercado como elemento regulador de la oferta y demanda educativa. Ahora, el gobierno sufre una orfandad de política pública y hay una confianza ideológica extrema en introducir la subjetividad consumista en el servicio educacional escolar. Esto, pese a las investigaciones que evidencian la resistencia mayoritaria de los apoderados a las lógicas de mercado para elegir en qué colegio estudiarán sus hijos.
En nuestro país, 7,3% del PIB está dedicado a gastos en educación. Por su parte, Corea del Sur es el país que más invierte en esta área, destinando 8,2% de su PIB, lo que no redunda en mejores resultados. A su vez, Japón y Grecia invierten menos de 5% de su PIB en estas materias, logrando las primeras posiciones en el asunto. Tomando en cuenta estos datos, vale preguntarse ¿a qué factores reales se debe la mala calidad de la educación en Chile?
La estructura del sistema educacional chileno se forma a partir de colegios particulares pagados y particulares subvencionados. Estos últimos reciben dinero del Estado para llevar adelante sus proyectos educacionales. Por otra parte, existen los colegios públicos cuya administración se realiza por medio de las municipalidades, las cuales han demostrado no presentar una masa crítica competente para estos menesteres. El procedimiento generalmente utilizado para llenar las plantas docentes está agotado en su legitimidad y pertenencia. Esto acontece porque los cargos no se concursan y quedan expuestos a decisiones arbitrarias. Se forman quinas y es la autoridad comunal la que selecciona al profesional, lo que genera las suspicacias culturales del caso.
El ingreso promedio de un profesional de la educación escolar, no excede los 430 mil pesos. Esto, tomando en cuenta la totalidad del universo de establecimientos educacionales (públicos, subvencionados y privados), porque si fijamos la vista en exclusiva en la educación municipal, las cifras descienden dramáticamente. Como vemos, los números no generan ningún incentivo ni se condicen con los tiempos laborales, las exigencias académicas y personales ni con la importancia que tiene la labor educacional.
Hasta ahora la lógica impuesta por el mercado ha sido ¿por qué subir los salarios a trabajadores que no cumplen con sus metas? La discusión de siempre: el huevo o la gallina; pasando por alto los pocos incentivos que se dan para estudiar pedagogía, la escasa disposición al estudio de los alumnos por cuestiones que escapan a la sala de clases y las pocas garantías para un trabajador del rubro. Lo cierto es que mientras las partes se enfrascan en esta pugna quienes pierden son los jóvenes chilenos y, sobre todo, los de escasos recursos. Además con esto perderá el país, porque se producirá una falta de profesionales y técnicos debido a los deficientes niveles de enseñanza a nivel escolar. Esto, a su vez, traerá como consecuencia la deserción o el cuestionable egreso de alumnos que conformarán una excesiva oferta de mano de obra barata, ergo, un aumento en el nivel de endeudamiento, la tasa de desempleo y la precarización laboral.
Las instituciones de educación superior han de ser cooperadoras del Estado en cuanto a cumplir y lograr los propósitos en la educación y formación profesional con el fin de cubrir las necesidades del país. La posibilidad de contar con recursos del Estado para estos fines se debe determinar por la trascendencia social de la oferta. Por ejemplo, trasparentar los procesos del programa Inicia, que otorga subvenciones a universidades que imparten las diversas pedagogías para mejorar el nivel de quienes ingresan a estudiar estas carreras y sobre todo de quienes egresan.
Hay muchas soluciones y diferentes maneras de enfrentarlas, sin embargo, el hilo conductor de todas estas medidas debe estar orientado por el sentido de responsabilidad pública y social, superando necesariamente las lógicas del libre mercado en el ámbito de la educación y formación profesional.
Pablo Camus, director de Educación. Facultad de Educación. Universidad Pedro de Valdivia










http://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20100517/pags/20100517193148.html


Aprendizaje profundo

 El aprendizaje profundo es el que perdura en el tiempo. Lo aprendido no se olvida al finalizar el curso y puede ser trasferido y aplicado a nuevos contexos y situaciones.                     
El estudiante que se aproxima en forma profunda al aprendizaje concibe al conocimiento como una construcción en lugar de una trasmisión de información del profesor a los estudiantes. Se construye conocimiento al conectar el nuevo conocimiento con el ya adquirido. Esta conexión se efectúa recurriendo a habilidades, competencias y procesos cognitivos y metacognitivos de alto grado. Estas competencias cognitivas de alto grado incluyen la comparación, contrastación, formulación de hipótesis, aplicación, demonstración, aplicación, evaluación crítica, entre otras.

La construcción del conocimiento de manera profunda requiere una instancia de negociación de significados con nuestros pares (aprendizaje colaborativo). No es posible aprender profundamente si no contamos con la posibilidad de intercambiar, discutir, dialogar y negociar con nuestros pares. En esta instancia, también debemos recurrir a las competencias cognitivas y metacognitivas de alto grado.

La construcción del conocimiento profundo requiere también de una instancia de producción escrita del conocimiento.

Elementos del aprendizaje profundo
 • Uso de competencias cognitivas y metacognitivas de alto grado para construir conocimiento de largo plazo.
• Conexión de nuevas ideas con conceptos ya conocidos.
• Uso de nuevos conceptos para resolver problemas en contextos nuevos y desconocidos.
• Influencia sustancial, sostenida y positiva en la forma de actuar, pensar y sentir de los estudiantes.
• Compromiso personal con el aprendizaje.
• Aprendizaje colaborativo.
• Escritura como soporte del proceso.

 
APRENDIZAJE PROFUNDO
APRENDIZAJE SUPERFICIAL
Construcción del conocimiento.
Recepción del conocimiento
Competencias cognitivas de alto grado
Competencias cognitivas de bajo grado.
La aproximación al aprendizaje de los estudiantes depende de las percepciones de los estudiantes acerca de los requisitos de la evaluación de los profesores.
Alineamiento constructivo
Cursos no alineados
Descubrimiento
Cobertura
Metacognición
Estudiar para rendir exámenes
Motivación intrínseca.
Motivación extrínseca


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